jueves, 21 de diciembre de 2006

Me tomé fondo blanco una ensalada capresa…

¿Rídículo ir?, realmente diría que es estúpido no hacerlo...

Llegar fue una odisea. La cola se extendía por varios kilómetros, sin atajos porque los tradicionales caminos verdes están colapsados. Cornetazos, acelerones para adelantar un carro en la cola, camionetas montándose en la acera improvisando un tercer canal, el frenazo porque alguien se distrajo en las teclas del celular, las caras de hastío, depresión, rabia, impotencia, el regatón a todo volumen, la mentada de madre…
Al fin, un puesto en el reducido estacionamiento. Dos pastillas de Acuten para la migraña y de camino a la recepción en el segundo piso. Algo anecdótico, el lugar casi vacío contrasta con el caos de la capital, los gritos de los buhoneros, la fritanga en la acera. Un piso de cristal –bueno de un material transparente- y un techo idéntico juegan con la imaginación. Definitivamente estoy en otro lugar. Comienza la degustación. Primer plato: Ensalada capresa que debe beberse fondo blanco. Segundo plato: ceviche ionizado. Tercer plato: Helado de caviar…
Antes de llegar sólo imaginaba lo ridículo que era la idea. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre usar nitrógeno líquido o ionizar una ensalada en vez de preparar una buena parrillada argentina? Tres platos después no dejaba de pensar en lo ridículo que era comerse una hamburguesa hecha al vacío aderezada con pétalos de manzana. Al cuarto plato, creo que un ceviche servido en una copa de champaña, mi paladar comienza a protestar. No contra el increíble saber, sino contra la tozudez de mi alter ego que se negaba a ir a un lugar tan extraño. Al sexto plato, un cordero deconstruido –-molecularmente hablando- definitivamente mi paladar vuelve a reclamar, ¡que delicia!, ¡lo mejor, increíble! ¿Cómo no pude probar esto antes?
Tres días después de ese orgasmo culinario estoy deprimido. Necesito que alguien ionice, deconstruya mi comida diaria. Necesito volver. Es adictivo…No sé quién la inventó, y poco me interesa lo qué dicen algunos o lo que piense mi alter ego. La necesito, necesito la comida molecular.

4 comentarios:

fmonroy dijo...

ChaMo: Por ahí rueda una foto mía comiendome la hamburguesa de cordero, y si me gustó pero al rato quedas con hambre.
Bienvenido a esto de los blogs.

Unknown dijo...

Bueno, yo no quedé con hambre porque la desgustación fue de 16 platos...Ahora, creo que si fuera una comida normal, seguramente hubiese salido a llenarme con una hamburguesa verdadera, jajajajajaja
Gracias por la recpeción en la blogosfera, ahora que no hay elecciones tengo un pocote de tiempo libre...jajajajajaja

Unknown dijo...

Flaco, ¿y dónde fue eso? ¿dónde es el restaurante?

Slds

Monique

Unknown dijo...

En Caracas hay dos. Uno en Las Mercedes y otro en Los Palos Grandes. Yo fui al que está en los Palos Grandes, en el centro comercial donde está el Blockbuster, al ladito de la cuadra gastronómica, el restaurante tiene un nombre raro, pero está entre el lugar del sushi e Il Grillo...
Te lo recomiendo para ocasiones especiales, porque es algo costoso... pero es una delicia...

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