sábado, 26 de mayo de 2007

Una buena reflexión, en el momento más oportuno...


Habla ahora
(texto escrito por Elí Bravo para el diario El Universal)


Estaba escrito. RCTV sale del aire. Viendo las cosas más allá de las limitaciones a la libertad de expresión e información y el accionar de instituciones carentes de autonomía, hay algo que me preocupa sobremanera: las nuevas generaciones de periodistas venezolanos. El ejercicio de la profesión se ha convertido lamentablemente en asunto de definiciones y subsistencia. De que lado estás y cómo te ganas el sueldo.

Entiendo el periodismo como un contrapeso al poder, cualquiera sea su naturaleza. Además de informar, educar, y por qué no, entretener, el periodista debe mantener distancia de las presiones e influencias para usar argumentos, pruebas y una mente abierta que le permitan analizar la noticia desde todos sus ángulos. Su trabajo es comunicar no solo aquello que sincronice con sus creencias, sino contrastar y consultar diversas fuentes para completar el panorama.

Por ello me preocupa ver periodistas que hacen oposición comprando cualquier rumor para generar opinión sin antes verificarlo, basando sus informaciones en especulaciones y no en hechos. Periodistas convertidos en actores políticos dispuestos a manipular la información. Comunicadores rehenes de un público que espera de ellos posiciones antes que noticias.

Pero mucho más me preocupan los periodistas oficiales convertidos en multiplicadores del discurso gubernamental, incapaces de contradecir al vocero ministerial, dispuestos a asentir en lugar de interrogar. Comunicadores con una agenda política que utilizan la crítica de forma selectiva y denuncian los desmanes de un sector mientras callan los abusos del otro, defendiendo los errores del presente enumerando los del pasado. Periodistas que están al servicio de una causa y no del público o la profesión.

¿Qué clase de periodista es cada uno? Con un canal fuera del aire, la pregunta es pertinente. La respuesta podemos reservarla para la almohada, pero sin olvidar que cada mañana salimos a darle la cara a un público.

¿Es un trabajo independiente, ético, responsable? ¿Ejercemos para informar o para cobrar un sueldo? No estoy libre de pecado y tampoco pienso tirar la primera piedra.

Con un canal fuera del aire debemos pensar que está en juego nuestro futuro profesional. Si en estos momentos obramos por intereses, miedos o prejuicios llegará el día cuando tengamos que callar. Unos por censura, algunos por descrédito y otros por haber vendido la conciencia.

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