viernes, 21 de septiembre de 2007

Los relojes ni se atrasan, ni se adelantan

Pues... ni lo uno, ni lo otro... sino lo mismo... Los relojes no se van a mover en la medianoche del domingo 23 de septiembre. ¿La causa? No se han hecho las notificaciones internacionales de rigor... Se supone que la nueva hora 0, será a mediados de octubre...
Amanecerá y veremos

Mientras esperamos les dejo el artículo de Laureano Márquez sobre el tema...

Sin hora por ahora Ahora sí que nos fregamos, estamos sin hora. Es, sin duda, una contradicción gramsciana: La hora que viene no llega y la que tenemos ya no es, porque perdió legitimidad. Apunta de ser cuestionada, pasó a ser una hora moribunda. Es que se levanta uno a las cinco y treinta de la mañana sin saber exactamente si son las cinco o son las seis, si la vaina es pa’ lante o pa’ trás. Y, sobre todo, pierde sentido para los habitantes de la Reina del Guaraira Repano y cuna de Bolívar (antigua Caracas) el levantarse media hora más tarde o más temprano, porque lo que le espera es una tranca infernal.
Particularmente, quien esto escribe, desde que el gobierno quiere que durmamos más, se levanta a las cuatro y media, por pura desobediencia civil: ¡Pues ahora no duermo un coño! (Que por cierto es la única forma que hay de combatir este gobierno: examinar qué es lo que él quiere y hacer exactamente lo contrario, pero sabiendo que él sabe, es decir: que algunas veces dirá que quiere algo que es exactamente lo contrario a lo que quiere para que nosotros hagamos lo que efectivamente quiere). Una de las pocas cosas que nos salva es nuestra mediocridad y desorganización para todo. Si este fuese un gobierno eficiente daría, más que miedo, pánico.
Es una opinión muy personal, pero a mí me parece que torcerle el pescuezo a un caballo es mucho más difícil que adelantarle (o quitarle, lo que sea) media hora al reloj. Sobre todo porque esto último es baratísimo: Sólo convocas una cadena y dices “¡¡¡a retraaa-saaar!!!” Y todo el mundo retrocede (o adelanta media hora) y ya. Escuálido que se niegue, se le nacionalizan los relojes y pa’ l carajo. Pero el problema es mucho más grave: Usualmente, las cosas que propone el gobierno son verdaderas locuras, pero frente al cambio de la hora, el gobierno se enfrenta a una auténtica aporía (Del gr., dificultad de pasar, enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional). El cambio de hora tuvo que ser suspendido porque es sencillamente imposible de realizar.
Vamos a ver: El 23 de septiembre a la media noche, por disposición del Señor del Tiempo, nuestros relojes serían atrasados media hora. Es decir, pasarían a ser las 11:30 p.m. del día anterior. Hasta ahí todo bien, pero conociendo el pavor de contravenir las disposiciones de Esteban que impera en los subalternos, media hora más tarde sería nuevamente la media noche del 23 de septiembre y como el que te conté dijo que el tiempo se atrasaba media hora a esa hora y no hay orden en contrario, pues se vuelve a atrasar, y así sucesivamente, como diría Platón.
El gobierno se dio cuenta del despropósito y de cómo la oposición golpista, fascista y agente del imperialismo yanqui co jón aprovecharía la circunstancia para descalificar al gobierno diciendo que si cada media hora significaba media hora de atraso, el tiempo, con Chacu, sencillamente se detenía al punto que, por poner un ejemplo, cada año de gobierno equivaldría a un año de atraso. Algunos teóricos oficialistas argumentaron que eso era perfecto porque equivalía al “fin de la historia” del que tanto se habla en el marxismo.
Pero esto no convenció al Supremo, porque le complicaba la cosa. Imagínense ustedes esto en cadena: “Estamos comenzando la cadena (aplausos)... cuando son las 12 en punto” y, ocho horas después: “Estamos terminando esta cadena cuando son... vamos a ver este modesto reloj, las 12 en punto”. Esto es terrible porque sería equivalente a decir que cada vez que Esteban habla, luego de transcurridas ocho horas es como si no hubiese hablado nada, un galimatías que ni Aristóteles con su lógica. Así pues, como diría San Agustín: ¿Qué es este gobierno? Si me preguntan, no lo sé. Si no me preguntan lo sé...
Cuestión de tiempo.
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