La clave del resultado de las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010 será conectar con el segmento de las personas que -al día de hoy- dicen no identificarse ni con el chavismo, ni con la oposición.
Tarea complicada si se desconoce cuál es la motivación de ese grupo de venezolanos para escapar de la polarización a la que dos minorías, que se alimentan exclusivamente por el rechazo mutuo, han condenado al país.
La mayoría de los estudios de opinión pública que se han realizado en las últimas semanas concluyen que la pérdida de apoyo popular del chavismo no es capitalizado por sus adversarios políticos sino por una tercera tendencia -mayoritaria en este momento- que no conecta con el discurso de control estatal en la política y en la economía que nutre a quienes se identifican con el PSUV, PCV o con el PPT y mucho menos con el discurso sin propuesta aparente de quienes se oponen al proceso revolucionario.
Sin embargo, la principal conclusión de los últimos estudios es que para vencer el año que viene se debe enamorar a los teóricos independientes, así de simple.
Datanálisis habla -según su Ómnibus de octubre- que 21,5% de la población se autodefine como progobierno, 17,4% como de oposición y 54% de los ciudadanos se inclina por decir que no pertenece a ningún bando.
El IVAD -es decir, la encuestadora de Félix Seijas- indica en su último pulso nacional, con trabajo de campo entre el 25 de octubre y 4 de noviembre, que 35,7% de los ciudadanos se identifican como chavistas, 32,3% como "no chavistas" y 28% prefiere decir que no pertenece a ningún bando.
Por su parte, Keller y Asociados -en su análisis correspondiente al tercer trimestre del año- sugiere que 35% se autodefine como chavista, 29% como oposición y 36% como neutral ante la polarización.
¿Por qué una persona toma la decisión de no identificarse con alguno de los dos extremos? En el último estudio de Keller y Asociados existe una interrogante que intenta despejar esta duda. Concluye el citado estudio que 47% de los personas que dicen ser Ni-Ni lo hacen porque "es más seguro no meterse en ese lío", 17% confiesa que no le gusta ni Chávez, ni los líderes opositores, 19% dice que le interesa poco la política y 12% habla de otras razones.
Sin duda, es emblemático que casi la mitad de aquellos que rechazan tomar posición pública sobre su preferencia política lo hagan racionalizando que no deben meterse "en ese lío". En este punto no puedo dejar de recordar una frase que mi viejo me repetía constantemente para intentar explicarme aquel concepto de Giovani Sartori sobre "la bóveda del miedo": "Con Pérez Jiménez, si no te metías en política nada te ocurría", me repetía mi viejo.
Hoy -ya mi viejo no está para seguir explicándome las cosas- pareciera que se intenta "paralizar" a la sociedad a través de la anarquía potencial que significa un país sin revolución.
Afortunadamente, a pesar del crecimiento de esa "bóveda de miedo", la mayoría de los venezolanos reconoce la importancia de contar con un Parlamento "equilibrado", en donde todos los ciudadanos se sientan representados.
La pregunta, que no puede ser abordada por las encuestas, es si el liderazgo político venezolano -de oposición y de gobierno- puede comprender que están desconectados de la mayoría de los venezolanos y sólo siguen alimentándose por el rechazo mutuo con el otro extremo
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