La lealtad es una gran virtud que, indudablemente se relaciona directamente con la formación integral del individuo y el desarrollo de su personalidad. Ser leal, es asumir y defender, en lo individual y en lo colectivo, principios y valores morales e ideológicos que constituyen un proyecto de vida. Por lo tanto, para los(as) revolucionarios(as), debe ser practicar la camaradería, la solidaridad, la cooperación, la honestidad, la democracia participativa; debe ser tomar conciencia de lo que implica cumplir con un compromiso de lucha, aún frente a circunstancias cambiantes y adversas; debe ser mantener el derecho a la divergencia, sin traicionar los principios que se dicen defender, tal como lo ha expresado el Toby Valderrama y repetido recientemente por nuestro Líder, Hugo Chávez Frías: “Irreverencia en la discusión, lealtad en la acción”. Por lo tanto, pudiéramos decir también, que la lealtad es la cualidad de aquella persona que actúa de manera sincera y honrada, con respeto y reconocimiento a sus propios principios morales, éticos e ideológicos; pero sobre todo, a los de los demás compatriotas con los que se comparten esos principios, salvando la posibilidad de algunas divergencias valederas.
Lo contrario a la lealtad es la traición, la cual entonces, supone la violación a los compromisos asumidos, a un proyecto de vida, a esos principios ideológicos que durante un tiempo supuestamente se defendieron. La traición se enmascara, disfraza principios y sentimientos, para lograr beneficios personales y grupales; es incapaz de sentir amor e incuba el odio, el egoísmo y la crueldad. Muy atentos debemos estar todos y todas, ante el papel que siguen desempeñando los traicioneros que estuvieron infiltrados en nuestras filas de la Revolución Bolivariana; y que de alguna manera quieren continuar con la máscara del engaño, haciéndose llamar “progresistas”. Muy importante es advertir a todo el pueblo, camaradas, sobre el gran daño que pueden hacer estas personas al proyecto bolivariano y socialista que se desarrolla en nuestra nación; los que traicionaron y se fueron, y los pocos que pudiesen quedar dentro del proceso, los cuales debemos detectar y denunciar, para no permitir que tengan ni la más mínima posibilidad de infestar nuestra revolución.
Ante esas pretensiones basadas en la traición que hoy día acechan, lo mejor es recordar y mantener vivo, el gran ejemplo de lealtad que perdura en nuestra Historia Patria, el de nuestro padre Libertador Simón Bolívar, quien fue leal a sus ideales libertarios, a sus principios, a sus proyectos; y así como él, tantos hombres y mujeres leales a esos mismos principios y al propio Libertador, que destacan con grandeza en nuestra Historia. Mención especial merece el Gran Mariscal Antonio José de Sucre, realmente un gran soldado independentista, fiel a Simón Bolívar y al proyecto emancipador, hasta sus últimas consecuencias. Precisamente por eso lo asesinaron, por su lealtad inquebrantable al liderazgo del Libertador y al proyecto de libertad y soberanía que él encarnaba. Otro ejemplo importante de considerar aquí, es el de Ezequiel Zamora. Los apátridas y traidores del momento, no pudieron soportar su convicción revolucionaria, su espíritu indomable, su férrea decisión a construir Patria; y planificaron su desaparición física, concretada con la bala traicionera de San Carlos.
Esa es la lealtad revolucionaria que necesitamos elevar en la conciencia y en el corazón de todo(as) los(as) revolucionarios(as). Lealtad a nuestro máximo líder, Hugo Chávez Frías; y por tanto, a la Revolución Bolivariana, a los principios y objetivos que buscamos alcanzar en este proceso que nos está conduciendo hacia la consolidación definitiva del Socialismo Bolivariano. Sin duda, que el personaje principal acá es el pueblo organizado, como se dice tradicionalmente, la masa popular; que sigue sin vacilar, con claro sentimiento de lealtad revolucionaria, al líder que se ha ganado su confianza, que ha sabido interpretar cabalmente sus deseos, sus esperanzas; aquel que se sabe dedicado por entero al cumplimiento de los compromisos adquiridos, sin más satisfacción que el sentimiento del deber cumplido, de la fidelidad a los principios de libertad, independencia y soberanía. He aquí la mejor muestra de la lealtad compartida, que se complementa: del pueblo hacia su líder y de éste hacia su pueblo.
No podemos entonces, colocar límites a nuestro compromiso con los principios revolucionarios. Recuerden que para Judas Iscariote sólo bastaron unas cuantas monedas para traicionar a Jesús de Nazaret. Preguntémonos día tras día, si nosotros tenemos algún precio para traicionar la revolución y pongamos por encima de cualquier tentación, toda nuestra voluntad revolucionaria para salir airosos de esas pruebas, comenzando por aquellas que nos parecen una ligereza; puede ser una buena estrategia para seguir elevando nuestra Lealtad Revolucionaria.
Esa lealtad, nos llevará a ser los mejores soldados y soldadas que iremos a la gran batalla que desde ya comienza, donde, como dijo nuestro comandante Chávez: “está en juego nuestra independencia”. Recordemos que fue precisamente con la batalla de Carabobo, que nuestros antecesores, comandados por el Libertador Simón Bolívar, hace más de 190 años, consolidaron la independencia de nuestro país y la conformación de la Gran Colombia; y que a pesar de saborear las mieles de la victoria, también sintieron la amargura de la traición, personificada en el general José Antonio Páez, quien sucumbió ante los halagos de la oligarquía, ante regalos de haciendas y fundos, deslumbrado ante las invenciones del norte, convirtiéndose en el gran traidor a Bolívar, el traidor a la idea de Patria Grande, además de traidor a su tropa, a su gente, a su nación.
Vacilar sería perdernos camaradas, el compromiso que hoy posa sobre nuestros hombros, no puede permitirse otro personaje como José Antonio Páez, dentro de esta historia revolucionaria. Por ello la lealtad que profesa la gran mayoría de nuestro pueblo, nos invita ampliamente a ser cada día más honestos, eficientes, eficaces, apasionados, generosos, conscientes. Como lo hemos dicho en diferentes oportunidades, también nos llama a apartarnos de vicios dañinos como el individualismo, el sectarismo, la corrupción, la mediocridad, el burocratismo, entre otros flagelos de los que aún no hemos podido deslastrarnos. Preciso es entonces, acumular todas las virtudes necesarias para ser cada día mejores revolucionarios(as), para seguir transformándonos en excelentes militantes socialistas.
Volvamos a Carabobo, firmes y convencidos de que esta nueva batalla, la del próximo 07 de Octubre, la libraremos con el comandante Hugo Chávez en la vanguardia, para conseguir una nueva victoria popular; la más contundente de esta nueva época, para asegurar definitivamente la continuidad y profundización de la Revolución Bolivariana. Con las armas indestructibles y los poderosos escudos protectores del sentimiento revolucionario, la unidad verdadera entre todas las fuerzas revolucionarias, la convicción, la organización, la disciplina, la movilización, la planificación y con la Lealtad Revolucionaria en alto; esa que todos los socialistas debemos ofrecer al proceso bolivariano para seguir destruyendo las cadenas opresoras del sistema capitalista y continuar entonces construyendo firmemente la patria socialista, libre, soberana y antiimperialista, por la que se viene luchando desde hace doscientos años…y más…
Independencia y Patria Socialista!!!
Viviremos y Venceremos!!!
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