viernes, 1 de junio de 2007

Cisneros en el infierno escuálido...

Este texto fue escrito por Clodovaldo Hernández, gran jefe (bueno, mi ex-jefe) y mejor amigo... Como los textos de Clodo suelen generar reacciones vicerales, acá dejo su correo: clhernandez@eluniversal.com

Parece que ordenó "cero marcelismo en pantalla". Así es la vida.
Las fogatas guarimberas del este de Caracas se han nutrido esta vez de una leña inesperada: ejemplares del best seller Gustavo Cisneros, un empresario global, del periodista Pablo Bachelet.
Los ejemplares de este libro, incluido su brillante prólogo de Carlos Fuentes, han salido de los anaqueles de las bibliotecas de cierta clase media y han ido a alimentar las hogueras de esa extraña forma de protesta que consiste en quemar la propia basura hasta intoxicarse con sus emanaciones.
La sibilina actitud del magnate -tachado ahora de rojo-rojito- respecto al tema de la no renovación de la concesión de RCTV le ha granjeado la antipatía de sus otrora fans, quienes lo han arrojado metafóricamente a esa candela con cuyos humos se asfixian a sí mismos.
Me dice la analista política Prodigio Pérez que el destierro de Cisneros a los infiernos escuálidos es una señal de la crisis del "venezuelan way of life", pues el capo de todos los capos ha sido emblema de lo que podríamos llamar el sueño norteamérico-venezolano. La épica saga del empresario global contada por Bachelet y precedida por la apología de Fuentes, ha perdido toda su credibilidad para los antiguos admiradores. Ya no es el heredero que en lugar de dilapidar la fortuna de papá -como hicieron tantos otros- la potenció hasta alcanzar la escala de un Bill Gates. Ahora es "otro ricachón arrastrado, que se vendió a la chequera gorda de Chávez".
Ña Magda, por ejemplo, llorando a moco tendido (en parte por RCTV y en parte por los gases policiales), lanzó su ejemplar autografiado a una pira antichavista de Chacao, al tiempo que decía: "¿Empresario global? ¡Yo te aviso! Ése es un vivo criollo igual a cualquier otro!".
A los quemalibros les ha indignado especialmente el silencio informativo de Venevisión el día de la salida del aire de RCTV. Escarnecidos vieron cómo el canal de la colina pasaba divertidas aventuras de Tom y Jerry mientras "la Venezuela democrática enfrentaba la rrrrepresión del rrrrégimen". Irónicamente, aquello no fue otra cosa que un remake del vacío noticioso del 13 de abril de 2002, en el que participó también RCTV. Marcel ordenó aquella vez "cero chavismo en pantalla" y don Gustavo parece haber dicho ahora: "Cero marcelismo en pantalla". Así es la vida.
Ña Magda se deshizo también, en las mismas brasas leopoldianas, de la foto que le tomó a su ex amado cuando oficiaba de jefe de la conspiración en aquella legendaria marcha Con mis medios no te metas. "¡Qué tontos hemos sido! -sollozó la doñita fashion-. ¿Cómo se nos ocurrió confiar en un sujeto que hasta cierto día fue el hombre de confianza de la Pepsicola y al siguiente día era el rey de la Coca Cola?".

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