"Déjenlo trabajar". La valla en Plaza Venezuela (sin firma y sin aparente destinatario) marca el concepto que intentará transmitir el aparato de propaganda oficial (medios de comunicación del Estado incluidos) como parte de la estrategia electoral para la reelección de Hugo Chávez.
"El Presidente es el único capaz de mantener el orden, la paz y garantizar el progreso del país y en su ausencia el caos opositor consumirá los avances sociales de la revolución bolivariana". Palabras más, palabras menos, este argumento se repetirá constantemente para mantener la tesis de que el futuro de la patria está atado a la permanencia de Chávez en el poder. Cederlo, aunque sea temporalmente, para recuperar la fortaleza mermada a causa de sus dolencias crónicas (muy normales en una persona de su edad y con su ritmo de vida) no es una opción. Chávez necesita afianzar la percepción que debe estar en todo ámbito de la vida de los venezolanos y a la vez evitar que los ciudadanos perciban que está envejeciendo en el poder.
El concepto exhibido en la magistral pieza de propaganda que utilizó el chavismo en 2009, con motivo del referendo por la reelección presidencial, transmitiendo la idea que ante la ausencia de Chávez la oposición privatizará las misiones sociales en salud y educación será cada vez más empleada.
"Chávez es insustituible en nuestras vidas", este es el fin último de su régimen personalista. No en vano entre los logros del ministerio de Comunicación e Información del año 2010 se resalta que los actos oficiales presidenciales (cadenas, avances de prensa, vídeos y Aló Presidente) se transmitieron, en promedio, tres veces al día.
Incluso, ante su ausencia física, el vicepresidente Ejecutivo y el ministro de Energía deben optar por sustituir el cuadro del Libertador por una fotografía del Jefe del Estado, tratando de emular la presencia omnipresente de Mao Tse-Tung.
¿Es Chávez realmente insustituible? Los asesores presidenciales han leído correctamente los últimos estudios de opinión, identificando que el principal problema personal de los venezolanos está asociado a dificultades en las áreas socioeconómicas. La respuesta del chavismo fue contundente: administrar la esperanza de los venezolanos en temas básicos como la vivienda y el empleo y tratar de mantener la valoración positiva de la gestión presidencial en educación (58,9% de valoración positiva), distribución de agua potable (52%) y misiones (49,5%).
En estos temas Chávez es indispensable para una buena parte de los venezolanos, tanto que debe gobernar a distancia porque solo él es capaz de garantizar que las obras sociales se cumplan. El reto para la oposición es demostrar lo contrario.
Hay que interiorizar que hasta la elección presidencial de 2012, cuando Chávez no puede decir que es insustituible, entonces asumirá el rol de ciudadano indignado que descubre la realidad del país a través de las informaciones de VTV. El mejor ejemplo es la reciente actuación contra clínicas y seguros después de que el Presidente, convaleciente en Cuba vio un reportaje transmitido por el Canal 8.
Este rol de ciudadano alarmado ante la ineficacia del poder lo patentó Álvaro Uribe durante su mandato presidencial. Chávez intentará repetirlo. Ante la ineficacia de sus ministros, planes de gobierno y políticas públicas se mostrará como un ciudadano más, afectado y sorprendido. Será él quien asuma la vocería, en nombre de los venezolanos, y el liderazgo de la crítica ante la ineficiencia. Para todo lo demás, para los planes que sí funcionan, Chávez se mostrará como el único garante de su continuidad.
Intenta el Presidente convertirse en un Leviatán moderno. Por esta razón no puede mostrarse convaleciente en público, no puede demostrar debilidad y mucho menos tomarse días libres, porque en su ausencia se cumple el peor de los temores del chavismo: Diosdado Cabello vuelve a ganar poder.
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