martes, 15 de mayo de 2012
La guerra de los powerpoint
Lo displicentes que suelen ser los medios de comunicación en Venezuela -públicos y privados- en el manejo de los estudios de opinión pública tienen sumidos a los electores en un bombardeo constante de encuestas. Aunque -para ser muy justos con las encuestadoras serias del país- se debe decir que es la guerra de las presentaciones hechas en PowerPoint y uno que otro archivo en .pdf. Desafortunadamente las redes sociales tampoco ayudan a resolver el problema, sino que en la mayoría de los casos lo potencian.
Hace dos meses escribíamos sobre este tema. De ese texto voy a rescatar dos frases que pueden ilustrar el problema de las presentaciones en PowerPoint (vale decir que durante la primera década del siglo XXI ya podrían hacer las presentaciones en Prezi)
Joseph Napolitan (uno de los consultores políticos más famosos del mundo) siempre ha insistido en que las encuestas que son publicadas en los medios "ponen usualmente casi todo su énfasis en lo que los encuestadores llaman los resultados de las carreras de caballos: quién está adelante y por cuántos puntos. Aunque siempre es interesante, esta información no es en particular valiosa para la planificación de las campañas (...). Un hecho indiscutible acerca de las encuestas políticas es el siguiente: Las encuestas no ganan elecciones. Lo que gana elecciones es el uso que el candidato hace de la información que obtiene a través de las encuestas".
Por su parte el profesor Félix Seijas, director del IVAD (que no suele hacer presentaciones como las que se están difundiendo últimamente) sostiene que lo recomendable "al publicar las encuestas sería citar la fuente y acompañarla de una ficha técnica que debe informar el tamaño de la muestra, el tipo de muestra, los ámbitos del estudio, el periodo de recolección del dato, errores tolerables (máximos admisibles) y niveles de confianza (...). Es casi inevitable la llamada guerra de las encuestas, lo lastimoso es que las que más proliferan a través de los medios de comunicación son, por lo general, las menos fundamentadas técnicamente y hasta manipuladas con fines propagandísticos contra las que en verdad son elaboradas con todo el rigor científico y que son las que cumplen con el deber de brindarle al usuario un producto de buena calidad. Esta guerra es casi imposible de controlar por medios alguno, legal o no. En todo caso, se debe persuadir a los actores del daño que se comete y de sus efectos".
La mayoría de los electores venezolanos, sin acceso completo a todos los estudios de opinión pública, deben estar desconcertados por el baile de cifras en PowerPoint. Para ellos van las siguientes recomendaciones (que ya hicimos ante de la elección presidencial de 2006)
1) Fotos. No futurología. Los estudios de opinión pública son como fotografías. Describen a la perfección una situación (que ocurre dentro de su fecha de campo) pero no deben utilizarse para "predecir" el futuro.
2) Datos vs. interpretación. Una cosa es el dato que se obtiene de preguntas concretas y otra la "interpretación que se hace de ese dato".
3) Trayectoria. En una campaña siempre aparecerán encuestadoras. Algunas que optan por elevar su perfil de opinión pública y otras que son creadas simplemente para potenciar una estrategia de campaña. En Venezuela no es común que se divulgue la empresa, partido o medio de comunicación que pagó un estudio de opinión, el Media Studies Center, del Freedom Forum, considera que este dato es vital. Conocer esta información le servirá para obviar las encuestas hechas como parte de una campaña.
4) Entrevistas. Las encuestas dan resultados aproximados, por esto mientras mayor sea el número de personas entrevistadas, menor será el error debido al tamaño de la muestra. No obstante, es un error pensar que "más es mejor". Las principales firmas de opinión del país consideran que muestras de 1.200 personas seleccionadas aleatoriamente son lo suficientemente representativas para "retratar" la opinión de todos los electores.
5) Método de elección. Si se desconoce el método de selección de los entrevistados los resultados deben colocarse en duda. Para reflejar la opinión pública con precisión, es necesario emplear muestras aleatorias o probabilísticas.
6) Grupo de análisis. Es vital saber de qué grupo fueron escogidos los entrevistados. Las encuestas deben precisar qué área (nacional, regional, municipal), a qué grupo (votantes inscritos, personas sin derecho a votar, simpatizantes de partidos) o a qué estrato (A, B, C, D, E) pertenecen las personas seleccionadas.
7) Todos o algunos. Se pueden interpretar erróneamente los resultados de una encuesta si sólo se conocen los resultados de una o dos respuestas de todo el estudio, o si sólo se informan los resultados de un subgrupo. Por ejemplo, puede manipularse la opinión pública si los resultados de un subgrupo (sólo simpatizantes del candidato A, o habitantes de un municipio específico) se generalizan como representativos a todos los candidatos.
8) La fecha. Las coyunturas suelen modificar sustancialmente la intención del voto (por ejemplo, el atentado terrorista en marzo de 2004 en Madrid); por esta razón, al interpretar los resultados de las encuestas se debe considerar la fecha en que se realizó el estudio de campo y el tiempo invertido en la tabulación y procesamiento de resultados.
9) El error muestral. El error de muestreo es básico al analizar resultados generales de intención de voto. Un margen de error de 3% quiere decir que si se volvieran a entrevistar a todos los adultos de un país y se les planteara las mismas preguntas, las respuestas obtenidas quedarían tres puntos porcentuales por arriba o tres puntos porcentuales por debajo. Si un candidato tiene 51% de apoyo popular, este número puede ser realmente 48 o 54%.
10) Las preguntas. Si la distancia entre dos candidatos es menor al margen de error (Candidato A: 51%; Candidato B, 49%, error de 3%) no debe concluirse que uno aventaja al otro. Lo más correcto es decir que la elección está reñida o que existe poca diferencia. En este punto es importante conocer la redacción de las preguntas y el orden. A veces, el orden de las preguntas condiciona el resultado.
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