Definidos las candidaturas de unidad de la oposición -aunque aún esté vivo el debate en torno a varios de los nombres seleccionados y el rechazo que generan- parece ganar cuerpo la idea de que el voto castigo del chavismo light y de los independientes será suficiente para que el comandante-presidente sufra un revés electoral el 26 de septiembre.
Craso error, porque a pesar del deterioro progresivo de la imagen gubernamental la oposición ha sido incapaz de construir, al día de hoy, una mayoría de opinión pública. No se puede olvidar que el deterioro progresivo en el apoyo a la revolución se ha traducido en un incremento de los que se dicen independientes.
Desde este punto de vista, la estrategia electoral de la oposición debería enfocarse en disminuir los temores y miedos que generan en el sector de los independientes para poder "enamorarlos"; incluso, necesita revertir los temores que mantiene buena parte de su electorado que aún no esté convencido de acudir a votar.
Por ejemplo, según la última encuesta de Datanálisis, 25% del electorado se define como opositor, 23% como chavista y 47% como no alineado. No obstante, otros estudios de opinión al valorar la disposición de voto de estos segmentos descubren que mientras 80% de los que se dicen chavistas están dispuestos a votar en septiembre, sólo 60% de los opositores piensan acudir a las urnas. El dato es más llamativo en el caso de los independientes, apenas 40% dice que sufragará en unas elecciones que son vitales para que el país recupere el equilibrio institucional que perdió hace cinco años.
Otro estudio, en este caso del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVad) dice que los independientes podrían comportarse de la siguiente manera: 29% votaría por candidatos apoyados por partidos del chavismo, 11% por candidatos independientes que no militen en ningún partido político pero inclinados al chavismo, 26% votaría por los candidatos apoyados por los partidos de oposición y 19% apoyaría a los candidatos independientes inclinados hacia la oposición.
Todas las encuestas sugieren que la diferencia entre los dos bloques se volverá a definir por el voto de los independientes, sector que, aunque comparte principios políticos con la oposición como el temor al autoritarismo o la crítica a la gestión del gobierno, también reconoce los aciertos de la revolución, especialmente en lo que se refiere a la inclusión social. El bloque que desee ganar la elección del 26 de septiembre tiene que "enamorar" a este sector y motivarlo a votar. Motivación que al día de hoy no existe.
Evidentemente, el chavismo también tiene problemas. La pérdida constante de respaldo popular es alentada por la inseguridad, la crisis económica y de servicios que sufren los venezolanos. Tres problemas estructurales que no tienen solución aparente en el mediano plazo. Incluso, por primera vez Chávez no reduce su radicalismo en la víspera de una campaña electoral, al contrario lo incrementa. ¿Qué harán los independientes ante estos escenarios? Poder manipular esa respuesta es la clave del 26 de septiembre
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