viernes, 8 de julio de 2011

La (in)conveniente tarjeta única

Me había rehusado a escribir o valorar la necesidad de la tarjeta única porque en este momento es un debate extemporáneo, que debe plantearse y resolverse una vez definido quién será el candidato presidencial de la oposición. No obstante, si la MUD aspira a resolver ese tema en las próximas semanas, el debate debe estar en la calle. 
En primera instancia se debe explicar que las necesidad técnicas (imposición de un sistema mayoritario) que existían para exigir tarjeta única o candidaturas en alianzas perfectas para los comicios parlamentarios del 26 de septiembre de 2010 no existen en el caso de la elección presidencial, porque todos los votos valen igual. 
Tampoco están amenazados los partidos con la ilegalización, de ahí que organizaciones como Copei y AD modificarán drásticamente su opinión inicial de rechazar la tarjeta única para ahora apoyarla abiertamente. 
Además es importante que la opinión pública no confunda -ni se deje confundir con opiniones interesadas- a la tarjeta única con un candidato de unidad. 
Desafortunadamente para el elector de oposición, como ocurrió con la decisión de convocar las elecciones primarias para el 12 de febrero, el análisis sobre la tarjeta única se plantea en función de cuotas de poder en el 2013 y no como parte de la estrategia que debe seguirse para derrotar al presidente Hugo Chávez. 
Si el candidato de la oposición logra ganar la elección presidencial usando una tarjeta única todos los secretarios de los partidos políticos que integran la MUD (y las propias cabezas de la Mesa de la Unidad) reclamarán, por igual, cuotas de poder y derecho a voz y voto en las decisiones del próximo gobierno. 
En este punto debemos retomar la interrogante que planteamos hacen algunas semanas: ¿en un eventual gobierno de oposición gobernará el presidente electo o los secretarios generales de los partidos que dominan la MUD? 
Sin embargo, si el candidato de oposición gana usando múltiples tarjetas, será muy sencillo dirimir las cuotas de votos aportados por cada organización política (y la pregunta anterior será muy sencilla de responder). 
Además se dará un paso importantísimo para culminar el enfrentamiento entre las nuevas organizaciones políticas y aquellas con más rodaje en la escena política nacional. Las múltiples tarjetas permitirán conocer a ciencia cierta el peso específico de cada forma de hacer política en la opinión pública. 
Los propulsores de la tarjeta única deben recordar además que la oposición ha fracasado estrepitosamente en las últimas 15 elecciones en lograr tener testigos en todas las mesas de votación. Utilizar una sola tarjeta reduce dramáticamente la posibilidad de acreditar testigos, lo que puede incrementar el porcentaje de mesas sin "ojos" opositores. En promedio, 25% de las mesas de votación nunca han tenido veedores acreditados por las organizaciones que adversan al presidente Chávez. 
La oposición necesita, ante lo que se presume será la campaña más agresiva desplegada por Chávez en la última década, disponer de un concepto de múltiples candidatos apoyados en una estrategia de campaña paraguas. Usar una tarjeta única no garantiza la unidad de criterio comunicacional, ni gráfica en la campaña de la MUD. Es sólo un artilugio para defender la existencia de ciertas organizaciones, determinados liderazgos y particulares formas de hacer y entender la política. 
¿Solución? En vez de plantear usar una tarjeta única, se podría emplear una tarjeta de unidad. Esta práctica permitirá definir el peso real de cada partido en la opinión pública y además entender la dimensión de la cantidad de electores que, aún rechazando a Chávez, también están en contra de las prácticas que utilizan las organizaciones políticas de oposición. 
Usar una tarjeta única permitirá que sigan existiendo más de 16 partidos nacionales y más de 400 partidos regionales, aunque 90% de ellos no lograron obtener ni siquiera 1% de los votos válidos en las pasadas elecciones parlamentarias. La tarjeta única permitirá esconder esta falta de conexión popular. 
Mientras Chávez entiende la necesidad y los beneficios de multiplicarse en el tarjetón -reviviendo al Polo Patriótico- muchos partidos de oposición piensan más en cómo sobrevivir, dejando la estrategia para derrotar al comandante en segundo plano. 

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